El saqueo de los ERE: Periodismo de investigación
En estos
tiempos de redes sociales, donde las noticias de la mañana ya están caducas
luego del medio día, la información se consume fragmentada y desconectada, los
sucesos se sobreponen colaborando con una de las ventajas de los poderosos: el
olvido.
Es aquí
donde el periodismo muestra su razón de ser. Los periodistas somos los que
resguardamos la memoria, somos los que hacemos las conexiones entre las
informaciones para aportar una interpretación más certera de la realidad y
somos los defensores de la democracia. Usando una metáfora biológica: los
periodistas somos los anticuerpos del entramado social que detectamos los virus
de la corrupción y encendemos las alertas.
Pensando en
la necesidad de un ejercicio más reflexivo y trascendente de la profesión, la
asociación de periodistas venezolanos en España –Venezuelan Press- brindó
a sus asociados el sábado 3 de noviembre un taller en Madrid dictado por el
periodista Antonio Rubio, especialista
en periodismo de investigación. El título del evento fue El libro: soporte del periodismo.
Rubio nos
fue recordando -citando a los más destacados profesionales del área-, las bases
que sustentan nuestro oficio: la búsqueda de la verdad, la recopilación de información,
el análisis de los datos, la redacción de los productos informativos y las repercusiones
de ellos una vez publicados.
Libros.com: el crowdfunding apoya la
investigación
Finalizado
el encuentro organizado por Venezuelan
Press, el profesor Rubio nos obsequió una perla cultivada, el libro El saqueo
de los ERE, de los
periodistas Sebastián Torres y Antonio Salvador. Es la primera publicación de
periodismo de investigación de la editorial Libros.com,
que utiliza el sistema de crowdfunding o mecenazgo para llevar adelante su
producción y publicación.
El libro
muestra el trabajo realizado por Torres y Salvador, apoyados por la redacción
de El Mundo de Andalucía, que sacó a
la luz uno de los casos de corrupción más importantes –por su alcance y
dimensión- en España: el desvío de dinero público durante una década –con la
fachada de ayudas laborales a empresas en crisis-, destinado a favorecer la
hegemonía de un partido político en Andalucía.
Torres y
Salvador no sólo nos muestran un minucioso inventario de las cifras y destinos
del dinero público que se malversó, utilizan sus buenos oficios como narradores
para hacernos vivir de cerca las jornadas y tensiones que vivieron, nos
muestran un perfil detallado de los protagonistas del caso e incluyen copia de
los soportes más significativos del caso. Todo el libro es un “lomito”, no hay
pérdida en el interés del lector en cada párrafo. Torres y Salvador saben muy
bien que vivimos en una época marcada por el entretenimiento y sin dejar de ser
veraces en su la información que suministran la presentan como si fuera una
serie policial o una novela de intriga.
Al mejor
estilo del caso Watergate, Torres y Salvador nos hacen acompañarles a barras de
bar –Las noticias están en los bares, nos
recuerda el periodista Manuel Sánchez en su libro-, o en una esquina oscura
bajo una farola parpadeante, para encontrarnos con sus particulares “gargantas
profundas”, quienes fueron develándoles un entramado de corrupción de
dimensiones descomunales: alrededor de 1000 millones de euros se utilizaron
para asegurar la paz laboral que requería el partido gobernante para
perpetuarse en el poder, cifra que incluye cobros de comisiones sin control y
en algunos casos montos destinados al financiamiento de diversiones personales
de algunos funcionarios, en la que se cuentan algunos gramos diarios de
cocaína.
Pero el
libro no sólo va detallando los intríngulis del caso, apasionante en sí mismo.
La publicación es un curso intensivo de periodismo de investigación. Torres y
Salvador nos van mostrando los conceptos básicos de su especialización mientras
nos narran la historia:
“Un trabajo periodístico es de investigación
cuando reúne tres rasgos característicos: el primero, que sea fruto de la labor
periodística, del trabajo de uno o varios reporteros que, cruzando datos y
consultando fuentes, pongan en pie una historia; el segundo, que ese asunto sea
de relevancia pública e interés general; y el tercero, que se desvele un asunto
que el poder, ya sea político, económico, social o fáctico, esté intentando
ocultar”. (Torres y Salvador, El Saqueo
de los ERE, Página 96).
Para poder
echar adelante un trabajo de periodismo de investigación no sólo hace falta los
buenos oficios de profesionales individuales, el mismo requiere de un trabajo en
equipo que asegure la apropiada y certera recolección, análisis e
interpretación de los datos. Y sobre todo los periodistas deben sentir que
cuentan con el respaldo de una organización que los defienda de ese poder cuya
oscuridad quieren mostrar y que al sentirse señalado puede atacar a su vez como
una fiera herida:
“Para
soportar eso es fundamental contar con
el apoyo de una cabecera importante y respetada y tener detrás el soporte
de un director y jefes de redacción con mentalidad de hierro, capaces de
defender a capa y espada tu información y tu labor como periodista”. (Torres y
Salvador, El Saqueo de los ERE,
Página 110).
Y para
recaudar los datos de nuestra investigación hay que recurrir a fuentes que nos den acceso a
información que por lo general tiende a ser a veces confusa, disgregada y en
muchos casos oculta. La relación con las fuentes es siempre tensa: las
necesitamos pero no debemos dejarnos manipular por ellas. Torres y Salvador nos
aclaran la diferencia entre una información proveniente de una fuente cuya
identidad no desea ser revelada –pues podría poner en peligro su estabilidad
profesional o hasta su integridad física-, de aquellos datos suministrados por
una fuente pero que en una primera instancia de la investigación no puede ser
mostrada al público:
“Los
periodistas de investigación debemos recurrir muy a menudo a algo que se
denomina «atribución reservada de
fuentes». Ocurre cuando queremos proteger la identidad de la persona que
nos proporciona datos normalmente delicados y que podría sufrir represalias si
se conociera que ha sido ella la que ha facilitado la información”. (Torres y
Salvador, El Saqueo de los ERE,
Página 110).
“Esto es
distinto del off the record, una información que alguien proporciona a un
periodista pero sólo para su propio gobierno y conocimiento, no para ser
publicada”. (Torres y Salvador, El Saqueo
de los ERE, Página 111).
Pero sobre
todo, el periodista de investigación debe sobreponerse al inmediatismo y a las
presiones por develar exclusivas. Torres y Salvador lo dejan claro con el
epígrafe de su libro: “La paciencia todo lo alcanza”. Santa Teresa de Jesús.
Mientras la
mayoría no deja de sobresaltarse por el ritmo frenético de las redes sociales,
el periodista de investigación maneja el tiempo de una manera distinta: “La
mayor parte de los fracasos nos sobrevienen por querer adelantar la hora de los
éxitos”. (Cita del poeta mexicano
Amado Nervo, Torres y Salvador, El Saqueo
de los ERE, Página 113). “El buen periodista es el que llega siempre al
límite de lo que puede publicar sin dejar un páramo de tierra quemada a sus
espaldas”. (Cita de Pedro J. Ramírez, Torres y Salvador, El Saqueo de los ERE, Página 113-114).
§
Hablan los que saben
Rubio
comenzó su taller a seducirnos con la idea de encarar el libro como formato
para presentar nuestros trabajos de investigación citando a nuestro querido
premio nobel de literatura Gabriel
García Márquez, recordándonos que antes que novelista del realismo mágico
latinoamericano, el Gabo fue ante todo periodista.
En una
entrevista a Radio Caracol –el 30 de mayo de 1991- el autor de Cien años de soledad confesaría: “Soy un
periodista, fundamentalmente. Toda la vida he sido un periodista. Mis libros
son libros de periodista aunque se vea poco. Pero esos libros tienen una
cantidad de investigación y de comprobación de datos y de rigor histórico, de
fidelidad a los hechos, que en el fondo son grandes reportajes novelados o
fantásticos, pero el método de investigación y de manejo de la información y
los hechos son de periodista”.
§
Para agitar
las ramas de nuestro pensamiento y despejarlas de hojas secas –en concordancia
con la temporada de otoño-, Rubio nos hizo escuchar a una periodista de hueso
duro, una cronista apasionada y lucida, Leila
Guerriero.
Su
comparación entre la escritura y amasar el pan es tan certera que aclara
cualquier duda que podríamos tener frente al desafío diario que nos presenta el
ejercicio de nuestro oficio. Transcribo a continuación sus palabras, publicadas
en el diario El País bajo el título Escribir:
“Hay que
amasar el pan. Hay que amasar el pan con brío, con indiferencia, con ira, con
ambición, pensando en otra cosa. Hay que amasar el pan en días fríos y en días
de verano, con sol, con humedad, con lluvia helada. Hay que amasar el pan sin
ganas de amasar el pan. Hay que amasar el pan con las manos, con la punta de
los dedos, con los antebrazos, con los hombros, con fuerza y con debilidad y
con resfrío. Hay que amasar el pan con rencor, con tristeza, con recuerdos, con
el corazón hecho pedazos, con los muertos. Hay que amasar el pan pensando en lo
que se va a hacer después. Hay que amasar el pan como si no fuera a hacerse
nada, nunca más, después. Hay que amasar el pan con harina, con agua, con sal,
con levadura, con manteca, con sésamo, con amapola. Hay que amasar el pan con
valor, con receta, con improvisación, con dudas. Con la certeza de que va a
fallar. Con la certeza de que saldrá bien. Hay que amasar el pan con pánico a
no poder hacerlo nunca más, a que se queme, a que salga crudo, a que no le
guste a nadie. Hay que amasar el pan todas las semanas, de todos los meses, de
todos los años, sin pensar que habrá que amasar el pan todas las semanas de
todos los meses de todos los años: hay que amasar el pan como si fuera la
primera vez. Habrá que amasar el pan cuando ella se muera, hubo que amasar el
pan cuando ella se murió, hay que amasar el pan antes de partir de viaje, y al
regreso, y durante el viaje hay que pensar en amasar el pan: en amasar el pan
cuando se vuelva a casa. Hay que amasar el pan con cansancio, por cansancio,
contra el cansancio. Hay que amasar el pan sin humildad, con empeño, con odio,
con desprecio, con ferocidad, con saña. Como si todo estuviera al fin por
acabarse. Como si todo estuviera al fin por empezar. Hay que amasar el pan para
vivir, porque se vive, para seguir viviendo. Escribir. Amasar el pan. No hay
diferencia”.
§
Poco a poco
Rubio fue socavando las reservas que podríamos tener ante la posibilidad de
encarar un proyecto de redacción de un libro para mostrar el producto de
nuestro trabajo informativo. Para ello nos mostró un tuit de quien fuera en
vida un destacado profesor de periodismo, Miguel
Ángel Bastenier: “Periodista y escritor se parecen, pero no son lo mismo,
aunque quepa ser ambas cosas. Periodista no es, sin embargo, escritor de
segunda” (@MABastenier, 18.01.2015).
No sólo
apeló a nuestras aspiraciones personales de vernos como autores, sino que
apuntó a la necesidad de presentar trabajos de largo aliento en la defensa de
la democracia. Para ello citó al periodista Gerardo Reyes, ganador del Pulitzer en 1999, autor del libro El vuelo 495 –sobre la voladura de un
avión cubano en 1958-, y considerado como uno de los “sabuesos” más temidos del
periodismo en América: ”En un mundo donde la palabra cada vez vale menos, el
documentos adquiere mayor importancia. Sobre todo en América Latina donde la
gente cambia lo que dice y se escuda en el “me sacaron de contexto” o “yo no
quería decir eso”…. Lo mejor, siempre, es un documento y una comprobación de
campo”.
Y es que el
periodismo de investigación lo que busca es develar las perversiones del poder.
Rubio cita en este sentido a Pablo
Avelluto, director editorial de Random House Mondadori: “Los libros sobre investigación periodística elevó, en general, la
calidad del periodismo al permitir el desarrollo fuera de los límite de la
crónica breve publicada en diarios. Gobernantes y poderosos comenzaron a temer
más las consecuencias del libro, porque, al fin y al cabo, un libro disfruta de
una permanencia de la que la prensa periódica carece”.
Ya
convencida la audiencia, Rubio pasó a detallar los cómo del proceso de
elaboración de un libro periodístico. Se confesó como un obsesivo de la
recopilación en carpetas de documentación que respalde sus publicaciones. Contó
como anécdota la vez que se salvó de una demanda judicial por haber guardado
una servilleta en la que su fuente detalló lo que luego afirmaría en uno de sus
trabajos periodísticos. De allí la
importancia de los apéndices dentro de la conformación de un libro de
periodismo de investigación: “Sirven para dar mayor credibilidad a la
narrativa. Sirven para sustentar lo narrado. Sirven para afrontar demandas y
querellas”.
Esta
técnica de ir guardando información en carpetas parece ser una práctica seguida
por los maestros en el área. En una entrevista en el que se le preguntó cómo
trabajaba en el sentido estructural un libro, el periodista y escritor
argentino Martín Caparrós dijo: “Es
fácil. En un folder de El hambre armo por temas. Trato de juntar por temas e ir
procesando los documentos. El que me interesa lo pongo en el documento que es
mi materia prima. Y de ahí transfiero al texto poco a poco. Es un “texto” donde
está todo. Todo el trabajo es un trasvase entre el borrador y el “texto”. En el
borrador quedan cada vez menos cosas, porque hay cosas que no funcionan o no sé
si tienen sentido”.
Ante la
excusa de la falta de tiempo que podríamos estar tentados a esgrimir para
evitar la tarea de echar adelante la redacción de un libro, Rubio no escatimó
en el nivel de las fuentes citadas. Para neutralizar cualquier excusa citó a
dos ganadores de premios Pulitzer - galardones por logros en el
periodismo impreso y en línea, la literatura y la composición musical en los
Estados Unidos-: “Como uno nunca está contento con lo que
tiene, tiende a no empezar nunca un libro. Y el consejo que yo doy es que hay
que empezar a escribir con lo que se tiene y después ir agregándole las cosas. O
si no, se llena uno de material, se abruma y nunca lo escribe”, afirmó en una
entrevista Gerardo Reyes. “El
tiempo es igual a la verdad. Cuanto más
tiempo le dedique uno a una historia, más cerca estará de la verdad”, afirmó Robert Allan Caro -periodista y autor
estadounidense conocido por sus biografías a Robert Moses y Lyndon B. Johnson.
El profesor
Antonio Rubio coincide con el periodista y escritor Alfonso Armada: “La cima del arte literario no tiene que ser una
novela, puede ser un libro periodístico”. Pero Rubio va más allá al afirmar que
toda buena investigación termina en un libro, pues “tiene muchas más
posibilidades y recorrido que una investigación en otros medios (papel,
digital, radio, tv…)”.
Para terminar
de decorar su diadema de citas, Rubio nos recordó las palabras de quien fue
conocido como el mejor periodista del mundo Ryszard Kapuscinski. En el último artículo que publicó antes de
fallecer -24 enero 2007, Gazeta Wyborcza- afirmaría al ser consultado sobre si escritura
puede hacer que algo cambie: “Sí, lo creo profundamente. La reacción a la
palabra escrita es más bien mediata (colateral). El que la escritura produzca
cambios no lo deciden sólo los autores,
sino sobre todo los lectores. La palabra escrita siempre pudo cambiar muchas
cosas. Ha provocado durante siglos el temor de todo poder autoritario”.
Un ejemplo
de lo expresado por Kapuscinski, es el libro de la periodista y presidente de
Venezuelan Press Carleth Morales 26 crímenes y una crónica. Tras una
extensa labor de investigación, la periodista logró recabar las historias de 26
víctimas de las protestas antigubernamentales ocurridas en Venezuela durante el
2017. El objetivo: evitar que el olvido permita que hechos similares se repitan
en un futuro.
§
Venezuela: periodismo desguarnecido
Uno de los
soportes del periodismo de investigación, la defensa al trabajo de sus
periodistas por parte de medios de comunicación independientes, en Venezuela se
ha visto seriamente comprometido en los últimos años.
Durante la
ascensión del chavismo al poder, los profesionales de la comunicación han
sufrido presiones para cuartar su trabajo. Por un lado, han tenido que recurrir
a la autocensura para evitar que sus empleadores sean sancionados. Por otro,
han visto cerrarse la posibilidad de desarrollar sus funciones tras la compra
de empresas de comunicación por parte de aliados del régimen.
Es por esto
que los periodistas que se dedican a la investigación han tenido que crear sus
propios espacios digitales para seguir mostrando sus hallazgos. Como es el caso
de la iniciativa EfectoCocuyo.com que surgió
por medio de una campaña inicial de crowdfunding. A falta del apoyo de un
medio, los lectores pueden sostener el trabajo de sus periodistas de confianza.
Otros
profesionales del periodismo de investigación han tenido que salir del país
para evitar ser agredidos. Es el caso de la plantilla principal del portal Armando.info.
Mi experiencia
Durante el
taller dictado por Antonio Rubio a los socios de Venezuelan Press, y mientras leía el libro de Sebastián Torres y
Antonio Salvador, quien esto escribe hizo memoria de los casos en que ejerció
el oficio de periodista de investigación. En un caso develando lo que ocultan
las sotanas del poder religioso, y en otro las irregularidades del poder
político camuflado tras unas aparentemente inofensivas ayudas médicas.
El poder de la iglesia
En la
Semana Santa de 1998, los habitantes de un pueblo del interior de Venezuela
–Tucupido, estado Guárico-, se dividieron en dos bandos tras la salida
tempestuosa del párroco de su
iglesia, acusado de acoso sexual. El párroco defenestrado crearía una
iglesia paralela en la zona, mientras la Santa Sede investigaba los hechos de
los que se le acusaba.
Unos meses después
de este suceso caería en la zona un objeto que sería recolectado por
funcionarios de la Nasa. Algunos vieron esto como un castigo divino. Tras
visitar el poblado e interrogar a los testigos, presenté la curiosa historia en
un libro que titulé Mi primer
OVNI, haciendo referencia a una de las versiones que los
pobladores señalaban sobre el origen del objeto que cayó en sus tierras.
El poder político
Otra
investigación sería la presentada como mi tesis de grado en Comunicación Social
ante la Universidad Central de Venezuela. Se tituló Misión
Milagro: Entre luces y sombras. Se trató de un reportaje
audiovisual que investigaba las denuncias de mala praxis médica en pacientes
que el gobierno venezolano llevaba a Cuba para ser operados por problemas
visuales; algunos incluso llegaron a fallecer. El régimen chavista llamó a
estas ayudas “Misión Milagro”, tomando como referencia las historias bíblicas
de los portentos de Jesús de Nazareth devolviéndoles la vista a los ciegos.
Mi
compañero tesis y yo pudimos acceder a los hospitales de la Habana en la que se
atendían a estos pacientes y entrevistamos al personal que los operó. Entre las
declaraciones que obtuvimos están las de una anestesióloga que afirmó ante
nuestras cámaras haber sido obligada a tratar pacientes venezolanos que no
cumplían con los parámetros mínimos para soportar una intervención quirúrgica.
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