La Perla: Cuando nuestros deseos nos sacan del paraíso





Por Joaquín Pereira

Durante mi primer verano en Madrid -luego de huir de la tragedia de Venezuela- me hicieron llegar una novela en formato ebook de apenas 77 páginas –el número lo anoté como un buen augurio-. Se trata de La perla, del escritor norteamericano y ganador del Nobel de literatura John Steinbeck. 

El protagonista de la historia -Kino- vive una vida plácida y rutinaria –junto con su esposa Juana y su bebé Coyotito-. Pero como la vida siempre nos impulsa a evolucionar, el cambio vino en forma del aguijón de escorpión: Cuando Kino ve en peligro la vida de Coyotito por la picada del oscuro animal, su foco de atención se concentró en obtener el dinero para costear el tratamiento que requería su hijo. 

Es así como Kino se sumerge en el mar y logra encontrar la que sería conocida desde entonces como la Pela del Mundo, una majestuosa esfera más grande que cualquiera de las perlitas que hasta ahora se había encontrado en la región.

Todos tenemos deseos, forma parte de lo que nos hace humanos. Pero cuando los recursos escasean los deseos tienden a convertirse en sueños y en algunos casos hasta en delirios. La perla de Kino se convirtió en la manzana que invitó a todos los habitantes de su pueblo a desear salir de su paraíso para concretar sus deseos: en forma de una cena en París con una amante para el doctor del pueblo o en forma de rifle para Kino.

Cuando las cosas se complican por la presencia de la perla en el pueblo, nuestro protagonista tiene que huir con su esposa e hijo. Su hermano llega a advertirle que cuando se vaya no contará con la ayuda de familiares o amigos, incluso llega a afirmar que los amigos te ayudan “mientras no se vean con ello en peligro o incomodidad”.

Eso mismo he sentido desde que hice de Madrid la ciudad donde vivo mi exilio de Venezuela. El boleto de avión fue para mí esa Piedra del Mundo cuyo brillo me prometía cumplir todos mis deseos. Hoy a casi 100 días de mi arribo a la capital española, siento en mis carnes la advertencia que hizo el hermano de Kino, antes de que partiera huyendo: no cuento con nadie que me ayude, estoy solo.


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Una de las rezones por las que vine a España –aparte de no morir en Venezuela-, fue la de cursar estudios en la Escuela de Escritores de Madrid para lograr terminar la redacción de una novela en la que llevo tiempo trabajando: El enigma Pessoa

En la redacción de la novela he venido utilizando una técnica conocida como “bola de nieve”, en la que se parte de un resumen de la historia y poco a poco –en sucesivas ampliaciones- se le va dando forma a lo que será la obra definitiva. Esta técnica ha generado en mí una inquietud sobre la que he debido concentrarme: cómo hacer que los lectores vivan mi historia más que sólo escucharla.

Al leer La perla todo quedó claro, para que el lector viva mi historia debo seguir la técnica de Steinbeck, narrar de forma cinematográfica, con descripciones visuales detalladas y hasta incluir una especie de banda “sonora” o ritmo interno en la redacción.

Nuevamente me queda claro que el mejor taller de escritura que podemos hacer es leer obras maestras de la literatura como es el caso de La perla de Steinbeck.


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Al leer la novela vinieron a mi memoria varias referencias. Aparte del Génesis bíblico, la historia me recordó el cuento de Gabriel García Márquez El ahogado más hermoso del mundo, por eso de que un pueblo se transforma luego de la llegada de algo proveniente del fondo del mar. 

También recordé a El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, por las tipologías humanas que se describe en la obra, sobre todo la de los personajes oscuros del doctor y de los compradores de perlas. 

El amigo que me invitó a leer esta obra me señaló acertadamente que La perla presenta un argumento y una estructura similar a una obra de otro premio Nobel, El viejo y el mar de Ernest Hemingway. ¿Ambos escritores habrán encontrado el secreto alquímico de la novela perfecta?


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Kino logra encontrar el rifle que tanto deseaba pero de una manera que no se lo esperaba. Salir del paraíso le costó un terrible sufrimiento. Así mismo, salir de Venezuela con la esperanza de desarrollarme como escritor no ha sido lo brillante que en un principio se presentaba. He tenido que sortear más de un escorpión en el camino.

Mientras continuo huyendo de la “música del mal” del chavismo busco armonías que me acerquen a esa “música del bien” que escuchaba Kino en su hogar. En mi caso cuento con El Kanka, Jorge Drexler o Damien Rice

Una cosa si tengo clara, si la oscuridad del mundo intenta seguir de cacería detrás de mí  sin darme respiro, sé dónde voy a ir para deshacerme de la Perla del Mundo: Finisterre en Galicia.

Mientras tanto cuento con la literatura y mis talleristas para darme esperanzas de que pueda estar en el mundo sin ser del mundo. Gracias John Steinbeck por mostrar al mundo tu perla. 




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